El Altar (constelación)

La constelación del Altar está situada en el hemisferio sur de la esfera celeste. Fue descrita por Claudio Ptolomeo en el Almagesto (siglo II), formando parte de las 48 constelaciones antiguas. El Altar es visible en el cielo meridional, al sur de la constelación del Escorpión. En mitología, representa el altar en el que los dioses pactaron aliarse para destronar a Cronos.

Esta constelación ocupa una superficie de 237,1° cuadrados, en los que contiene un total de 17 objetos NGC, 3 objetos Caldwell y ningún objeto Messier. La estrella más brillante del Altar es Beta Arae. En cuanto a su nomenclatura, su abreviatura es Ara, su nombre en latín es Ara y su genitivo es Arae. Tiene un total de 71 estrellas (de magnitud visual < 6,5).

Carta celeste de la constelación del Altar
Carta celeste de la constelación del Altar
Leyenda de la carta celeste

Leyenda: en la carta celeste se muestra la cuadrícula de las coordenadas ecuatoriales. Las estrellas se representan en color blanco, y su tamaño se relaciona con su magnitud absoluta redondeada al entero más cercano. Las etiquetas de las estrellas siguen la denominación de Bayer. En algunas cartas celestes se ve representada la eclíptica en color azul claro.

Localización

Las estrellas del Altar ocupan la región del cielo situada inmediatamente al sur de la cola del Escorpión zodiacal, quedando situadas muy cerca del corazón de la Vía Láctea. De hecho, la Vía Láctea atraviesa la parte noroeste del Altar.

El Altar tiene 7 constelaciones colindantes:

Coordenadas

La constelación del Altar está situada al norte de la constelación de la Mosca, junto a la Vía Láctea, y abarca una región del cielo comprendida entre 16 horas 30 minutos y 18 horas 5 minutos de ascensión recta, y 46° S y 68° S de declinación, aproximadamente.

Estrellas notables

La estrella más brillante del Altar es Beta Arae y tiene una magnitud aparente de 2,85. Se trata de una gigante naranja que se encuentra a unos 603 años luz de nuestro sistema solar. Según la denominación de Bayer, la estrella más brillante de una constelación es Alfa, usando el alfabeto griego de forma ordenada; así pues, en el Altar no se cumple dicha denominación.

La segunda estrella más brillante resulta ser Alfa Arae, y se trata de una estrella variable de color azul. Su magnitud puede variar entre 2,73 y 3,13. Esta estrella se encuentra a 242 años luz del sistema solar.

Más interesante es Gamma Arae, una estrella binaria con una magnitud aparente de 3,34. Sus dos componentes son una gigante azul y una estrella blanca que están separadas 18 segundos de arco. La componente principal tiene una magnitud aparente de 3,34, mientras que la secundaria tiene una magnitud de 10,5.

Objetos notables

En la constelación del Altar encontramos el cúmulo globular NGC 6397. Se trata de un brillante cúmulo de séptima magnitud al alcance de pequeños telescopios, aunque se puede ver a simple vista si las condiciones de observación son óptimas. Se encuentra a unos 7800 años luz de nuestro sistema solar y contiene cerca de 400000 estrellas.

También es muy interesante el cúmulo NGC 6193, otro cúmulo globular abierto cuya estrella está en el límite de la percepción visual. Su magnitud aparente es de 5,2 y se encuentra a unos 5800 años luz de nosotros. Este cúmulo está asociado con la nebulosa NGC 6188, situada mucho más cerca de nosotros, a unos 4000 años luz; de hecho, el cúmulo es responsable de parte de la luminosidad de la nebulosa.

Mitología

El origen del Altar se remonta a la antigüedad clásica. Según una tradición, el Altar representa el altar donde el Centauro estuvo a punto de sacrificar al Lobo. Según otra leyenda, se trata del altar donde los dioses establecieron su alianza antes de iniciar su lucha contra los titanes, para destronar a Cronos.

Lámina antigua de la constelación del Altar
Ilustración de la constelación del Altar en el atlas Uranometria de Johann Bayer (1603). Se representa como un elegante incensario con sus llamas ascendiendo hacia el sur.

Según el mito, en una época remota, los titanes, bajo la dirección de Saturno —que devoraba a sus hijos para escapar de la profecía que anunciaba el fin de su reino a manos de uno de ellos— gobernaban el mundo.

Gracias a Gea, mujer de Saturno y madre de Júpiter, este último escapó a la suerte de sus hermanos. Gea lo escondió poco después de nacer y dio a Saturno unas piedras, que hizo pasar por el hijo recién nacido. Júpiter pudo crecer y capitanear la rebelión de los dioses, que suplantaron a los titanes en el dominio del mundo.