Fobos es el mayor de los dos satélites naturales del planeta Marte. Además de su tamaño, destaca por ser el más cercano al planeta, orbitando a unos 5986 km de la superficie marciana. Su forma es irregular, con un aspecto muy similar al de un asteroide. Fue descubierto el 18 de agosto de 1877 por Asaph Hall, quien eligió su nombre inspirado en el libro XV de la Ilíada, donde el dios de la guerra (Ares en la mitología griega, Marte en la romana) invoca al miedo.
El otro satélite natural de Marte es Deimos.
Una de las características más interesantes de Fobos es la velocidad de su período orbital, mucho más rápida que la velocidad de rotación del planeta Marte, lo que le convierte en uno de los satélites con el período orbital sideral más corto del sistema solar. Debido a esta rápida traslación alrededor de Marte y a su cercanía, sale y se pone aproximadamente dos veces por cada día marciano.
Características físicas de Fobos:
Parámetro | Valor |
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Tamaño | 25,90×22,60×18,32 km |
Diámetro medio | 22,16 km |
Volumen | 5695 km3 |
Masa | 1,06×1016 kg |
Densidad | 1,861 g/cm3 |
Datos orbitales:
Parámetro | Valor |
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Excentricidad de la órbita | 0,0151 |
Perihelio (distancia mínima al Sol) | 9234,42 km |
Afelio (distancia máxima al Sol) | 9517,58 km |
Semieje mayor | 9376 km |
Velocidad orbital media | 2,14 km/s |
Período orbital sideral | 7 h 39 m 21,6 s |
Inclinación orbital respecto a la eclíptica | 1,093° |
Datos de rotación:
Parámetro | Valor |
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Período de rotación sideral | 7 h 39 m 21,6 s |
Velocidad de escape | 11,39 m/s |
Además, este satélite es uno de los objetos menos reflectantes del sistema solar, con un albedo de solo 0,071. La temperatura de su superficie varía entre los -4 °C en la cara iluminada por el Sol y los -112 °C en el lado de la sombra.
Su apariencia está dominada por el cráter Stickney, con un diámetro de 10 km. Por la cantidad de cráteres presentes en su superficie se calcula que su edad puede tener unos 3000 millones de años, algo inferior a la del sistema solar. En esencia, sus propiedades son muy similares a la de Deimos, aunque ambos cuerpos, estudiados con detalle, presentan ciertas características diferenciales.
Nuestros conocimientos sobre Fobos podrían ser más detallados si no fuera por algunas misiones que fracasaron en el pasado. En 1988 los rusos lanzaron dos sondas equipadas con módulos de aterrizaje y perforación. Una de ellas, Phobos 1, se perdió por una orden errónea enviada desde la Tierra. La segunda, Phobos 2, se quedó sin contacto cuando faltaba poco para el aterrizaje en Fobos.
Forma y tamaño
Las imágenes de Fobos lo muestran como un objeto de forma irregular. Al comparar este satélite con otros cuerpos del sistema solar, recuerda a un asteroide similar a (951) Gaspra o (243) Ida. Se asimila a un elipsoide triaxial, con un tamaño de 25,90×22,60×18,32 km. Tiene un diámetro medio de 22,16 km.
El volumen de Fobos alcanza los 5695 km3, más de cinco veces el volumen que tiene su hermano pequeño, Deimos. No obstante, con una masa de 1,06×1016 kg no posee la suficiente como para poder adoptar una forma esférica bajo su propia gravedad. En cuanto a su densidad, es de 1,861 g/cm3.
Órbita y rotación
La órbita de Fobos tiene una excentricidad de 0,0151, por tanto puede decirse que su forma es muy próxima a la de un círculo. La distancia más cercana (periapsis) al planeta Marte mide 9234,42 km, mientras que la más lejana alcanza los 9517,58 km. De estos valores se deduce que su semieje mayor es de 9376 km.
Teniendo en cuenta que el radio medio de Marte mide 3390, la distancia que hay entre su superficie y Fobos es de 5986 km. Este dato lo convierte en el satélite que se encuentra más cerca de su planeta en todo el sistema solar.
A causa de esta baja distancia orbital, Fobos posee otra propiedad singular: como se halla a una altura inferior a la de una órbita sincrónica, aparece por occidente y se pone por oriente. Desde que sale hasta que se esconde se mueve de forma rápida a través del cielo marciano, en unas 4 horas y 15 minutos.
Esto ocurre aproximadamente dos veces por cada día marciano a causa de su rápido movimiento orbital. Tras esconderse, pasarán aproximadamente 11 horas y 6 minutos hasta que vuelva a aparecer por el horizonte occidental, debido a la interacción entre la rotación de Marte y su órbita rápida.
En realidad, para cada planeta existe una distancia orbital específica en la cual el período orbital de un satélite iguala el período de rotación del planeta. En el caso de la Tierra, esta distancia es de 36000 km. Un satélite que estuviese a esta distancia giraría alrededor de nuestro planeta en un día y, por tanto, se encontraría siempre sobre la vertical de un mismo punto de la superficie terrestre. Respecto a este punto, el satélite ni saldría ni se pondría nunca, siempre estaría fijo en la misma posición.
Un satélite que estuviese a una distancia superior, como nuestra Luna, tendría una velocidad angular inferior, lo que significa que, para dar una vuelta completa alrededor del planeta, emplearía un tiempo superior a un día, tiempo que, en el caso de la Luna, es de casi un mes: por eso la vemos aparecer en oriente y ponerse en occidente. Si la distancia fuese inferior a la que requiere la órbita síncrona, ocurriría lo contrario. Éste es el caso de Fobos.
Además, su período orbital sideral, que es de 7 h 39 m 21,6 s, está completamente sincronizado con su período de rotación. Es el típico efecto de las fuerzas de marea: actúan cuando dos objetos interaccionan, como en un sistema planeta-satélite.
Este efecto que también es conocido como acoplamiento de marea o rotación sincrónica sucede de igual forma entre la Luna y la Tierra, y en muchos otros satélites. El período de rotación coincide con el de revolución. Como resultado, estos satélites siempre muestran la misma cara a sus planetas.
Superficie
En la superficie de Fobos se encuentra el gigantesco cráter Stickney que, con un diámetro de 10 km, equivale a más de un tercio de la dimensión máxima de todo el satélite. Se trata de un cráter de impacto provocado por una colisión que lo sacudió hasta el punto de amenazar con destruirlo por completo.
De este enorme cráter parten numerosas estrías que atraviesan la superficie de Fobos, de un extremo a otro. Presumiblemente, se deben al choque que dio origen al cráter Stickney, y no son más que gigantescas fracturas producidas por el impacto. Sus dimensiones tienen un ancho que puede variar entre 100 y 200 m, lo que equivaldría a la longitud de un campo de fútbol.
Hay otros dos grandes cráteres producidos por colisiones, como es el caso de Hall y Gulliver, pero su diámetro supera por poco los 5 km. Muchos de los cráteres de Fobos se han nombrado en memoria de astrónomos relacionados con este satélite, pero también con nombres de personajes y lugares de la novela «Los viajes de Gulliver» de Jonathan Swift. También hay una cresta denominada «Kepler dorsum» en memoria del astrónomo Johannes Kepler.
Regolito
Fobos está cubierto por una capa de regolito, es decir, detritos cuyo espesor se calcula en un centenar de metros. Es difícil explicar de qué modo este pequeño cuerpo ha podido cubrirse con un depósito tan grueso.
Para explicar esto se han sugerido varias hipótesis, sin embargo ninguna es totalmente satisfactoria. Por ejemplo, se ha pensado en una influencia del campo gravitatorio de Marte. También se ha pensado en una acción de «barrendero» ejercida por Fobos, que habría recogido el polvo a lo largo de su órbita. Pero en ambos casos existen argumentos en contra muy válidos.
Otra explicación es que el material que recubre el satélite habría sido producido por los impactos que originaron los cráteres de la superficie. Pero esta hipótesis olvida la baja gravedad superficial del cuerpo, que es de una milésima parte de la terrestre. De hecho, el problema del regolito de Fobos sigue siendo un misterio.
Descubrimiento
El satélite Fobos fue descubierto por el astrónomo estadounidense Asaph Hall (1829-1907) el 18 de agosto de 1877 utilizando el telescopio refractor del Observatorio Naval de los Estados Unidos, ubicado en Washington.
Una afortunada coincidencia
No obstante, tanto la existencia de Fobos y Deimos ya se conjeturaba antes de ser descubiertos, de acuerdo con una hipótesis que hoy en día carece de fundamento. Según una de las teorías de Kepler, si la Tierra tenía un satélite y Júpiter tenía cuatro (los satélites galileanos), Marte debía tener dos, completando así una supuesta serie geométrica. Esta idea inspiró las conjeturas de dos escritores.
Uno de los escritores fue el irlandés Jonathan Swift, quien en su libro «Los viajes de Gulliver» describe a unos científicos de Laputa, una isla voladora, que afirmaban que Marte poseía dos lunas. El otro escritor fue Voltaire en su obra «Micromegas», donde relata como un habitante de Sirio y otro de Saturno vieron, al pasar cerca de Marte, dos lunas que hacen de satélites de este planeta.